Este error hace tu vida más difícil

En estos días me pasó algo interesante. Estaba en mi carro con una amiga detenida en una luz roja. Cuando la luz cambió uno de los carros que venía detrás de mi tocó bocina. Mi amiga se molestó y dijo algo como “la gente quiere todo ahora, no tienen consideración”. Pocos días después volvimos a salir. Esta vez mi amiga guiaba. Ella había tomado tanto refresco en el almuerzo que pensaba que si no llegaba pronto no llegaría a tiempo al baño. Llegamos a la misma luz y esta vez estábamos atrás. La persona en el carro del frente estaba distraída en el celular y no se dio cuenta de que la luz había cambiado a verde. Mi amiga le tocó bocina…

¿Te ha pasado alguna vez que te sorprendes haciendo algo que antes habías criticado? ¿Cómo lo explicamos? Por supuesto con psicología.

Como en el ejemplo de mi amiga, cuando alguien nos toca bocina al cambiar la luz casi siempre pensamos que es una persona impaciente, irresponsable (características personales). No nos detenemos a pensar que se puede tratar de una emergencia o que a la persona le urge llegar al baño o que va tarde (características de la situación). Sin embargo, cuando lo mismo nos pasa a nosotras/os, podemos entender rápidamente cómo las circunstancias explican nuestro comportamiento (tocar bocina). A esto la psicología le llama el error fundamental de atribución. En palabras simples, tiendo a entenderlo cuando me pasa a mí, pero juzgarlo cuando le pasa a otro.

En el campo de la salud o en el trabajo nos puede pasar con frecuencia. Por ejemplo, ¿cómo pensamos de la persona que no llegó a su cita a tiempo? ¿Asumimos que es por características personales (irresponsable, no comprometido con el tratamiento)? o ¿Entendemos que es por razones de la situación (complicación familiar, transportación, etc.)?

El error fundamental de atribución no significa que somos malas personas. Son atajos que toma nuestro cerebro para entender el día a día. Entonces, ¿cómo lo podemos contrarrestar?

Un buen antídoto para el error de atribución es la empatía. En este contexto, empatía se refiere a la capacidad de entender los sentimientos o pensamientos de otra persona. En su forma simple, la empatía se puede activar cuando intentamos imaginarnos lo que la otra persona puede estar sintiendo, antes de juzgar. Como le llamamos comúnmente, es ponernos en los zapatos del otro.

Me atrevo argumentar que nuestra cultura boricua tiene elementos de empatía engranados en nuestra “genética”. El “Ay bendito” es una frase que nos distingue entre otras culturas latinas.  “Bendito” alude a nuestra capacidad de tener compasión con lo que le ocurre a otra persona. La compasión y la empatía de nuestra gente se hacen aún más visibles en tiempos de desastres como huracanes y terremotos.

¿Cómo sería diferente nuestra vida si usáramos empatía al tratar de entender las conductas de otros? Mirar las situaciones de las personas con empatía y compasión no solo ayuda a los demás, también nuestra experiencia diaria se transforma. Cuando practicamos la empatía nuestro pensamiento cambia, baja la negatividad diaria y los sentimientos de hostilidad que a veces se nos activan con las situaciones de a diario. Por el contrario, cuando juzgamos o nos dejamos llevar por el error de atribución, nos frustramos, nos llenamos de coraje, y se nos muere un poquito la esperanza en los demás. Tratar de entender a los demás es mucho más productivo.

En la mayoría de nuestras interacciones diarias conviene estar conscientes del error de atribución y tratar de evitar atribuciones personales y negativas. A la hora de pensar en las razones de la conducta de los demás y antes de juzgar o criticar es mejor preguntar, comprender, ayudar, perdonar.

¿Qué pensarás la próxima vez que escuches una bocina en el semáforo?

Anterior
Anterior

Predicador, Abogado o Político: ¿Cuál es tu Estilo?

Siguiente
Siguiente

¿Quieres ser Todo Terreno?